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OTRO TIPO DE SALUD - BELLEZA
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1-06-2005
- SALUD PSICOLÓGICA - Cuando las manías y las costumbres suponen un probema: El Trastorno Obsesivo-Compulsivo.
¿Quién no tiene una manía, una costumbre o hábito, una pequeña obsesión que va y viene, un temor oculto a que pase algo malo? Algunas personas sólo viajan en el primer vagón del metro, muchos actores evitan vestirse de amarillo antes de una función, mucha gente no sale de su casa sin su pañuelo, reloj o pulsera "de la suerte". Todos tenemos, pequeñas manías u obsesiones que nos acompañan durante años y que no tienen por qué constituir una enfermedad. La importancia de las obsesiones y manías depende del grado en que afecten la vida cotidiana: si alguien tiene miedo a enfermar y deja de salir, relacionarse y trabajar, tiene un problema grave. El límite a partir del cual las obsesiones se consideran patológicas y requieren un tratamiento, lo establece el paciente a partir del grado de pérdida de libertad que le producen. Los miedos, las dudas, las supersticiones forman parte de la mente de todos los seres humanos, pero cuando éstos interfieren en la vida diaria y se convierten en algo patológico estamos ante un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Se estima que este problema afecta a entre un 2% y un 3% de la población. Las personas con este trastorno viven atadas a un esquema de pensamientos inquietantes, desagradables y constantes (obsesiones) o a conductas repetitivas (compulsiones) que no pueden controlar y que se efectúan como respuesta a una obsesión. Luis tiene 16 años y no le queda tiempo para estudiar porque casi todo lo ocupa en ordenar su carpeta y limpiar su cuarto. Marta dedica siete horas al día a lavarse las manos. Cada vez que toca un objeto, siente el impulso irrefrenable de asearse para no contagiarse de ninguna enfermedad infecciosa. La imagen de Jack Nicholson como protagonista de la película "Mejor imposible", ilustra claramente cómo es la vida de una persona con TOC y en qué consiste el trastorno. El TOC es muy frecuente, suele iniciarse en la adolescencia y afecta igualmente a mujeres y varones, rara vez se manifiesta solo y suele cursar con depresión. Si no se trata, llega a invalidar la vida del paciente, ocupando todo su tiempo y tiranizando a las personas de su entorno, que con buena voluntad, colaboran en un principio en los rituales de comprobación para calmar al familiar, manteniendo el problema. Las obsesiones y compulsiones suponen una pérdida de tiempo y causan malestar. Además el hecho de tener continuamente unos pensamientos determinados, puede hacer que surjan dificultades para concentrarse en tareas como la lectura, el cálculo, la actividad laboral, etc. El individuo obsesivo sabe que sus pensamientos no tienen demasiado sentido, pero se siente incapaz de controlarlos. Así, cuando la obsesión es la del miedo a la contaminación, la solución será la de asearse de forma repetida. Los afectados tratan de resistirse a estos rituales, porque saben que su actitud es excesiva e irracional. Reconocen, incluso, que no obtienen ningún beneficio cuando los llevan a cabo, pero con ellos pueden paliar la ansiedad que les provocaría, precisamente, el hecho de no hacerlos. Incluso, para muchos es la forma de prevenir algún suceso o situación temida. Por ejemplo, si la imagen que obsesiona es la de que pueden hacer daño a alguien, ejecutan rituales repetitivos, como comprobar incesantemente si el gas está apagado, para evitar la catástrofe que temen pudiese ocurrir. Así, los rituales o compulsiones son conductas repetitivas que tranquilizan al sujeto que las realiza en cierta manera. Los afectados neutralizan su ansiedad con la creencia irracional de que llevando a cabo esa actividad repetitivamente controlan la situación. Es típico el ejemplo de la persona que sale de casa y tiene que volver porque no está segura de si ha echado la llave. Regresar le tranquiliza, aunque se encuentre todo en orden. Las personas obsesivas tienen muchas dudas. La duda se elimina repitiendo. La finalidad de la compulsión, es pues, evitar o reducir la ansiedad generada por la obsesión y/o evitar posibles sucesos o situaciones negativas. La psicoterapia junto con la administración de antidepresivos, en un primer momento, es el principal tratamiento del TOC, efectivo en siete de cada 10 casos. Sin un diagnóstico precoz, los síntomas se agravan hasta incapacitar completamente al paciente para hacer su vida diaria. Y sin un tratamiento, se favorece la aparición de otros trastornos. Arancha Luengo López - Psicóloga del Centro de Psicología Eber |
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