Víctor Merino, oriundo de León, cursó sus estudios en las verdes y húmedas tierras gallegas de Cambados, en los Salesianos. Fue allí donde se formó su escala de valores. Justicia, libertad, honestidad, atención a los necesitados; la base de la justicia social se convirtió para él en un mantra que dirigiría su vida a los brazos de una de las instituciones mejor valoradas por la ciudadanía: la Policía Nacional.

En ocasiones, es la suerte, los amigos, la familia, quienes nos empujan a descubrir nuestros talentos ocultos. Ese fue el caso del Inspector Jefe Merino, que dentro de la Policía desarrolló habilidades que jamás se había planteado tener. A su paso por todas las áreas existentes en el cuerpo (Policía Judicial, Seguridad Ciudadana, Información, Policía Científica, Extranjería e incluso como Delegado de Deportes, profesor o miembro de los tribunales de acceso al cuerpo), fue descubriendo su habilidad para conseguir que le facilitasen información. Siempre se ha mostrado como un hombre cercano, con el que resulta sencillo hablar y capaz de comprender cualquier circunstancia. A esto atribuye el éxito obtenido en las mayores empresas de su vida en las distintas ramas mencionadas, ya fuese como líder o como subordinado.

Con el tiempo, descubrió que su filosofía de respeto a las personas, fuesen cuales fuesen sus circunstancias, le ayudaba a adaptarse a cada situación. Aprendió a negociar, a saber qué tecla tocar para motivar a los funcionarios a su cargo, a que jamás se deja de adquirir conocimientos y que en ocasiones los maestros dispuestos a enseñarnos son los que menos esperamos.

Su infinita curiosidad y su gusto por la psicología, esa capacidad intuitiva que posee para tratar siempre de ver más allá, lo lanzó a los brazos de su último puesto laboral: Participación Ciudadana. Quizás los motivos más poderosos para acercarse a esta labor reconocida por los ciudadanos como una de las más importantes en el cuerpo, fue su repulsa y su actitud de tolerancia cero hacia temas tan graves como los malos tratos, la violencia de género y el acoso escolar. Como acostumbraba a hacer durante toda una vida de cambios y adaptaciones, se formó a sí mismo para atajar estos problemas crecientes en la sociedad mediante charlas en los Centros Educativos, así como la atención directa a los ciudadanos que lo requiriesen. Nunca ha cesado en sus intentos de solucionar los problemas con los que han acudido a él, poniendo siempre todo su empeño en crear para las ciudades y distritos donde ha trabajado una sensación de seguridad profunda y real.

Como sus últimos subalternos, sus adjuntos de Participación Ciudadana, aseguran que no podían haber imaginado un líder mejor para su inicio en el aprendizaje de una labor tan ardua como necesaria en la sociedad actual. Por su parte, les gustaría hacer constar que ha sido un ejemplo de vida de servicio al cuerpo, así como un gran maestro a nivel laboral y personal por la amplitud de sus conocimientos tanto específicos como generales. Dejará el listón muy alto para su futuro sucesor, que todo el mundo espera que posea al menos una parte de su gran dedicación y su vocación de servicio.