¡Larga vida al Festival Internacional de Blues de Moratalaz!

Ya se venía barruntando desde el 2017 y los organizadores no han parado de agrandarlo poquito a poco, detalles tras detalle, regalando pinceladas los meses previos para que estuviéramos deseosos de Blues, para que no tuviéramos dudas en apuntar en nuestras agendas que el viernes 21 de septiembre y el sábado 22 serían los días elegidos para la primera edición del Festival Internacional de Blues de Moratalaz.

Primero fue la aceptación en el 2017 del proyecto a través de los Presupuestos Participativos (esos que "nadie vota" pero de los que todos nos beneficiamos) y ya desde sus comienzos empezaron públicamente a darlo a conocer sobre todo en redes sociales y entendemos que en petit comité a contactar con los artistas.

Lejos de quedarse en la espera de un año, tenían que ir abriéndonos el apetito, darnos a conocer el producto para que supiéramos que lo que estaba por venir iba en esa línea pero mucho más grande. De esta forma, se fueron sucediendo varios conciertos en el Centro Cultural el Torito así como exposiciones.

El auditorio de la Cuña Verde, que desde que se rehabilitó se ha convertido en un lugar bastante recurrente y ciertamente onírico por sus vistas, tenía que ser el sitio donde se celebrasen los conciertos del Festival, en la cima del barrio, haciendo un pacto con el tiempo para que la lluvia ni se acercase.

Y finalmente el viernes 21 llegó, y Moratalaz resonó Blues desde las 7.30 de la tarde hasta prácticamente la 1 de la mañana. Quien ha visto el auditorio vacío sabe como es, por lo que verlo tan sumamente lleno, con un escenario gigante, con 3-4 puestos de comida al estilo de los festivales clásicos, te sorprende muy gratamente. ¿Estaba sucediendo de veras esto en Moratalaz? Pues sí, sí rotundo. Y el sábado igual o mejor.

La gente, no sólo de Moratalaz, parecía venir de todos los lados, prueba de ello fue la odisea por conseguir aparcar medianamente cerca. Y las caras de satisfacción después y durante demostraron que no se habían equivocado, que no podrían haber elegido mejor plan para la noche del viernes y del sábado.

Claro está que sin una buena música todo se hubiera ido al traste, pero es que el cartel no daba lugar a sustos ni sorpresas repentinas, y así lo constataron cada uno de los que pasaron por el escenario, a cada cual mejor. Quedaron pocos instrumentos por tocar, pocos timbres de voz sin acariciar, y pocas caras que no reflejasen otra cosa que no fuera diversión y gozo musical. Porque, te guste más o menos el estilo, si algo es bueno de verdad te llego a lo más profundo del alma.

Y por todo esto no nos conformamos con una sola edición, ni mucho menos. ¡Larga vida al Festival Internacional de Blues de Moratalaz!